28/4/11

¿Son las grasas trans perjudiciales para el corazón?

Es mejor reducir los productos con grasas parcialmente hidrogenadas (grasas trans).
                           



Las grasas trans están presentes
en muchos alimentos
A pesar de que en los últimos meses, la industria alimentaria está haciendo esfuerzos para reducir o eliminar el uso de grasas trans, este tipo de grasa tan dañino está presente en bollería industrial, platos precocinados o snacks dulces o salados. Para evitarlas es aconsejable leer siempre las etiquetas de los productos.

Para conseguir una alimentación equilibrada es importante controlar la cantidad y la calidad de las grasas que se consumen a diario. Se recomienda que el consumo de grasas saturadas sea inferior al 10% y de grasas trans inferior al 2% de la energía diaria necesaria.


¿Qué son las grasas trans?


Son unas estructuras o moléculas formadas por un número variable de átomos de carbono, hidrógeno y oxígeno. Los átomos de carbono se unen entre ellos a través de unos enlaces que pueden ser simples o dobles. Pero estos dobles enlaces en lugar de estar en la posición normal o cis, están en posición trans (se ha producido un cambio en el plano del doble enlace).  Eso hace que las moléculas sean rectilíneas, se acoplen y  se vuelvan sólidas a temperatura ambiente. Por eso los ácidos grasos trans (AGT) son ácidos originalmente insaturados que se comportan como si fueran saturados.


Ácidos grasos trans en alimentos

Las grasas trans están contenidas en los aceites parcialmente hidrogenados de algunos productos de bollería industrial, galletas, platos precocinados, cereales para el desayuno, o snacks dulces o salados.  De hecho, el contenido de grasas trans en este tipo de productos puede variar entre el 1 y el 30%, según datos de un estudio sobre el efecto de las grasas trans elaborado por la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA).


Aunque en los últimos años, la industria alimentaria está reduciendo el uso de este tipo de grasas. “Antiguamente, las margarinas contenían una proporción destacable de grasas trans, hoy disponemos de margarinas con menos del 1% de este tipo de grasas” explica Xavier Pintó, especialista de la Unidad de Lípidos y Arteriosclerosis del Hospital de Bellvitge (Barcelona).

También hay grasas trans en la leche y la carne de los rumiantes (ternera, cordero). Además se forman cuando se cocinan los alimentos a altas temperaturas con aceites refinados o en el aceite de pescado parcialmente hidrogenado.




Consumo inferior al 2 por ciento de grasas trans al día

No es aconsejable eliminar la grasa de nuestra dieta, porque es necesaria para el funcionamiento del cuerpo. “Existe un mito popularizado de que las grasas no son necesarias para nuestro organismo o que son malas para la salud. Es importante controlar la cantidad de grasas que consumimos a diario. De hecho, un 30-35% de la energía diaria que necesitamos debe proceder de grasas. Pero también hay que controlar la calidad de esas grasas, priorizar la ingesta de grasas insaturadas y en menor cantidad las grasas saturadas. Y aunque se consideren grasas menos buenas, son necesarias para el mantenimiento de las membranas celulares”, puntualiza el especialista.

Los expertos en nutrición aconsejan que el consumo de grasas saturadas sea inferior al 10% y de grasas trans inferior al 2% de la energía diaria necesaria. Para Pintó ese consumo del 2% de grasas trans ya se cumple “en parte porque la industria alimentaria ha disminuido el contenido de estas grasas en sus productos. Se trata de un aporte de como máximo 40 calorías procedente de grasas trans y por ello probablemente tiene poca trascendencia en el problema de la obesidad” Y porque “tenemos el privilegio de ser uno de los principales países productores y también consumidores de aceite de oliva, que es la grasa principal en nuestra alimentación, al igual que ocurre en Grecia y Portugal”.

De hecho, el consumo de grasas trans en España es inferior al resto de países  europeos (Bélgica, Dinamarca, Finlandia, Francia, Alemania, Países Bajos, Noruega, Suecia y Gran Bretaña), según datos del estudio TRANSFAIR. A partir de 1990 y 2000 se observó también un descenso de la ingesta de este tipo de grasa en estos países.

Las grasas suben el colesterol

“A finales de los años 50 del siglo XX se comenzó a conocer el efecto de las grasas sobre la salud. En las dos décadas siguientes se evidenció que los ácidos grasos saturados (AGS) aumentaban las lipoproteínas de baja densidad –LDL o lo que se conoce comúnmente como el colesterol malo- y que los ácidos grasos poliinsaturados (AGP) las disminuían “ añade Pintó.

En los años 60 y 70 diferentes estudios independientes mostraron un modesto efecto de los ácidos grasos trans sobre el colesterol, aumentándolo, y posteriormente se observó que disminuían las lipoproteínas de baja densidad o colesterol bueno.

En 1980 a partir de una solicitud de la Fundación Holandesa del Corazón se evaluó la composición nutricional de las grasas comestibles y se empezó a analizar las cantidades de grasas trans de algunos alimentos.

Estudios actuales

Respecto a su efecto en nuestra salud, todavía quedan dos temas importantes por resolver. Por un lado, “la incidencia de las grasas trans en la enfermedad coronaria, que afecta más al colesterol bueno, y  en el que están involucrados procesos ajenos, incluyendo los inflamatorios”, según explica Pintó.


Por otro lado, se está estudiando cómo nos afectan las grasas trans presentes en los alimentos derivados de rumiantes (mantequilla, lácteos enteros, ternera, cordero). En este sentido, la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA)  concluye que actualmente no se puede determinar si las grasas trans de los rumiantes y las procedentes de hidrogenación (las contenidas en productos alimentarios industriales) afectan de la misma manera en los parámetros del riesgo metabólico.

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